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UNA SEÑAL EN EL CAMINO

Me muestra el camino. Me hace pararme, escuchar al silencio a mi alrededor, mirar hacia el extenso valle que reposa ante mis ojos. Me hace venerar esta tierra que me asombra cada día. Aquí, en la cima, otros muchos antes que yo apilaron piedras formando hitos para que los que viniesen después de ellos encontrasen el camino. Los Inuit los llaman Inukshuk, en Mongolia son Ovoo, Càrn en Escocia, y así en distintas partes del mundo. Los cairns han formado parte de todas las culturas del mundo desde el inicio de los tiempos. Muchas veces como un lugar de culto, como protección, indicadores del buen camino. En Islandia son la herencia de los vikingos que llegaron a la isla y necesitaban orientarse por sus interminables páramos, son puntos de veneración y ofrendas... pero siempre son un lugar "sagrado" de algún modo. Y ahora aquí, donde mi vista se hunde entre la bruma del horizonte, donde el viento juega con mi cabello y el silencio es tan ensordecedor que quiero perderme en él para siempre, aquí donde siento una fuerza primitiva y salvaje que me muestra el camino. Y yo me pregunto, ¿y si realmente no nos muestra el camino físico? ¿Y si nos está invitando a parar y mirar a nuestro alrededor, dentro de nosotros mismos? Quizás esa sea la manera más sencilla que tiene la Naturaleza de hacernos comprender que en las cosas más simples encontraremos la respuesta. Nuestro verdadero camino. Puede que los antiguos dioses dieran forma a estas piedras, quizás la anciana Cailleach las dejó caer de su vestido. Quizás las nornas nos están hablando a gritos, pero nuestro propio ruido no nos deja escuchar...




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