Todo comienza a tomar forma, el wyrd ha decidido por nosotros.
Después de cortar las piezas de madera o hueso, hay que tallar las runas o bastones con un cuchillo. Una vez tallada la forma del bastón, hay que llenar el surco con sangre y llega el momento del galdr. Es entonces cuando se infunde la energía en el bastón, cuando se activa, cuando se despierta. Es el momento para transmitir la intención del bastón, y para ello se necesita toda la energía que hay dentro de uno mismo. Hay distintas opiniones respecto a cual es el dedo del cual debemos extraer la sangre para activas los bastones. Algunos de ellos solo necesitan saliva. La tradición ha sufrido cambios con el paso de los años, y también hay contradicciones respecto a la fase lunar para este ritual.
Hay otro método de activación, que es a través del fuego. Algunos hechizos o bastones se dibujan en un trozo de papel, se moja con saliva o sangre y después se quema. En el momento en que el fuego quema el bastón es cuando se activa, y pasa de ser una simple intención a convertirse en acción.
El humo es otro medio de activación. El humo debe proceder de un fuego hecho por nosotros mismos con plantas, a ser posible frescas.
La meditación y la intención son imprescindibles, ahí es donde reside la mitad de la fuerza y la magia.
La otra mitad reside dentro del bastón, en su esencia, en su energía.
No podemos estar realmente seguros de como lo hacían los antiguos escandinavos. Pero hay una cosa de la que si podemos estar seguros: esta magia es tan antigua y tan poderosa que se pierde en la noche de los tiempos. Es un legado, una historia vivida jamás contada, el sueño que los hombres heredaron de los antiguos dioses.
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